Entre finales del siglo XIX y los años 90, en un rincón de la costa asturiana, trabajaban "pañando carbón". O lo que es lo mismo: recogiendo el mineral que el rio dejaba tras un largo viaje entre la cuenca minera y la playa. Casi todas las personas que realizaban esta actividad eran mujeres y, Carmina, mi abuela, fue una de ellas. Ella lo llamaba ir "al carbón".
Esa economía de supervivencia que tenía lugar mientras los hombres estaban en el mar, fue única y, en la actualidad, ha desaparecido por completo.
Buscamos contar una historia sobre la feminidad y la fuerza, sobre el viento y el poder de las olas, buscamos sentir el entorno hostil y bellísimo de la playa salvaje, de la belleza negra de Asturias y de la elegancia poco común que surge entre lo más sencillo.